La mesa redonda Invertir en Inteligencia Artificial aborda las inquietudes del sector financiero ante los problemas éticos y la desregulación de esta tecnología imparable
Alhambra Venture ha acogido en la mañana de este jueves una mesa redonda coordinada por Tom Horsey, managing partner en Eoniq, en la que han participado Joaquín Abril-Martorell, emprendedor, inversor, gestor en Phi4Tech y «programador desde los 4 años»; Fran Piera, de Sucessful Capital; Rocío Ledesma, fundadora de Navis y asociada a Women Angels for Steam; e Ignacio Monereo, de Boost Capital Partners. Los inversores han expresado sus cautelas ante el tsunami de compañías basadas en inteligencia artificial (IA) que están surgiendo y han reconocido que falta regulación y sobra miedo, pero que al final todas las empresas tendrán que incorporar esta tecnología para mejorar sus procesos si no quieren quedarse en la cuneta de la economía.
Ante la pregunta de qué sectores van a verse afectados, los ponentes han dejado claro que absolutamente todos. «La IA es transversal y quien no la incorpore a su negocio va a quedarse atrás», ha asegurado Rocío Ledesma.
«Paradójicamente, los sectores más impactados van a ser aquellos que tratan con personas. Introducir IA tiene menos impacto en la mejora de la productividad de las máquinas. En cambio, puede aplicarse a la gestión de recursos humanos que crean equipos, determinar las salidas de los profesionales poco alineados con los valores de la empresa, la selección de candidatos que los sustituyan, etc», ha dicho Fran Piera.
«A lo largo de esta mañana de presentaciones y debates se ha citado las palabras inteligencia artificial 400 veces; he dejado de contar», ha señalado Abril-Martorell, quien ha matizado que «las matemáticas de la IA ya existían en los años 90 y ahora parece que todo es IA». «El cambio de paradigma es que ahora todo es accesible: hasta un niño de 4 años usa lo que llamamos IA. Va a ser disruptiva en todo. Hemos dado superpoderes a todo el mundo y todo el que no los use se va a quedar al margen», ha afirmado el inversor. El consejero de Phi4Tech ha asegurado que el desarrollo de la IA puede hacer prescindibles «al 90% de los trabajadores».
En ese mismo sentido, Ignacio Monereo ha insistido en que el cambio se ha producido porque ahora la IA «es accesible y más barata», y cree que va a tener un gran impacto en la productividad y va a eliminar los trabajos repetitivos.
Tractores o caballos
Tom Horsey ha recordado que no todos los avances tecnológicos se aplican de forma inmediata, por ventajosos que parezcan, y ha señalado como ejemplo que los tractores tardaron décadas en sustituir a los animales en las labores del campo, hasta que todos los agricultores estuvieron convencidos de que las máquinas mejoraban su explotación y su vida.
«Las empresas ven lo nuevo como una amenaza», ha zanjado Abril-Martorell. A su juicio, la IA puede destruir ciertos empleos, pero también dotará a los profesionales de más empleabilidad y dinamizará el emprendimiento, ya que hará posible desarrollar proyectos innovadores a un coste muy bajo.
Preguntados sobre qué condiciones debe tener una startup basada en la IA para resultar atractiva a los inversores, los ponentes han expresado variedad de opiniones. «Estamos siendo muy cautos. Estamos invirtiendo en sectores muy regulados y en las plataformas para hacer la IA más accesible», ha reconocido Rocío Ledesma. «Nosotros solo invertimos en proyectos ‘early stage’ y lo que más nos mueve es el propósito de mejora de la IA dentro del proyecto», ha señalado el fundador de Successful Capital. «Si la solución que aporta la IA no es novedosa, no me interesa», ha indicado Abril-Martorell.
La creación de una nueva especie
Los aspectos éticos de la IA –entre ellos, la sustitución de trabajadores humanos por robots– y la necesidad de regulación han sido el último punto de debate. «Creo que la IA puede destruir, pero también crear empleo. El problema en este país es que estamos acostumbrados a que los cambios regulatorios destrocen las iniciativas emprendedoras», ha lamentado la fundadora de Navis. Para Fran Piera, «la IA no tiene ética, no se le pueden poner límites».
Por el contrario, Abril-Martorell cree que sí se debe regular «el desarrollo del algoritmo que dote a la IA de autoconciencia, porque si no vamos a crear una nueva especie». «La regulación es inexistente –ha concluido Ignacio Monereo–. Estamos construyendo el avión mientras volamos».