El sector agro food también se ha colado en el mundo de las startups. Sin embargo, para estos emprendedores resulta realmente difícil hacerse un hueco, ya que «por mucho que algo sea eficiente, si sabe a rayos, no te lo vas a comer». Así de claro lo ha dicho el representante de Clave Venture Capital, Pedro José de Álava, que ha participado junto a otros inversores en la mesa redonda ‘Venture Capital como impulsor del emprendimiento innovador en el sector Agro Food’, dirigida por el vicepresidente de la Asociación Europea para la Innovación, Juan Francisco Delgado.
«Hay una parte hedonista, de disfrute, que no puedes evitar. Hay toda una línea de alternativas agrícolas, pero si el sabor no es el correcto eso no va a funcionar», ha asegurado De Álava. Aunque en el último año ha habido muchos proyectos relacionados, el de Clave Capital cree que «se ha olvidado un factor importante: el precio». El precio, ha explicado, es un factor donde la industria alimentaria necesita escalabilidad. «En startups de alimentación la capacidad productiva no existe. Además, el acceso a la tierra tampoco está ahí. ¿Cómo innovar en un negocio en el que los factores principales no los controlas?», ha planteado. Esos son, según él, los retos que las startups de agro food tienen que afrontar: el precio, la escalabilidad y el disfrute.
A continuación, Manager Partner en Eoniq Fund, Tom Horsey ha destacado que las startups de este sector como la suya han podido innovar en aspectos que empresas grandes «no eran capaces de hacer». «Lo que ha dicho Pedro en un caso nuestro, propio, es cien por cien verdad. Es muy complicado coger esa semilla y hacerla muy grande, escalarla al máximo -ha asegurado-, pero si tienes el producto, el cliente y la oportunidad, es un ambiente perfecto que hay que aprovechar».
Por su parte, José Antonio Quesada, consultor independiente y ex director del Tecnológico de Monterrey -el segundo más importante del mundo tras el MIT-, ha compartido su interés por «venir a ver qué estaban haciendo aquí en agricultura y ganadería». «Necesitamos trasladar esa innovación y ese desarrollo que funciona aquí a Estados Unidos para poder cuidar y controlar los cultivos, aunque sea con algunas variaciones», ha comentado.
Una revolución «completa»
En este sentido, el empresario Rodolfo Carpintier ha aprovechado la ocasión para recordar que «hay muchos agricultores que se han dedicado más a la parte de calidad, a la parte orgánica o de fertilizantes». Habrá cultivos con un precio inferior, pero en el mercado digital americano, según él, se ha notado que después de la pandemia se ha reposicionado el tema agrícola. «Tiene márgenes muy interesantes y retornos que no habíamos visto en muchos años», ha indicado. De hecho, Carpintier considera que «algo se habrá hecho bien» en la agricultura estadounidense cuando con el 4% del PIB del país se abastece y exporta. «Somos capaces, gracias a la tecnología, de hacer una revolución completa en cinco años; en Europa aún es impensable, hay mucho que aprender», ha asegurado.
En cualquier caso, «también hay modas», ha intervenido el de Clave Capital. «Primero fue la soja, luego el anacardo… Hay que pensar si la capacidad de aportación de valor del producto nutricionalmente tiene sentido», ha remarcado. Se trata de apostar por productos que sean un «plus», desde su punto de vista, «no simplemente un queso vegano o un jamón vegano», sino una marca, una imagen, que sea la diferencia. En España, por ejemplo, la alimentación es el 3% del PIB, por lo que «es un mercado muy bueno para trabajar este sector».
Esta es la realidad de las startups de agro food. Ocurre incluso con el agua. «Hay quienes si no es de manantial, no la toman», ha apuntado José Antonio Quesada. Por lo tanto, el sector tiene que prepararse para afrontar los retos que se le plantean y cubrir las demandas del consumidor, que según este experto, «está cada día más consolidado y marca lo que quiere».
